domingo, 14 de junio de 2009

Tiempo

Este es otro texto que escribí, anticipo que debe tener varios errores de puntuación.


Las palabras amenazan con escaparse de mi mente y el tiempo en ayudarlas, por ello corro en lo que parece ser una carrera de obstáculos gracias a las miradas furtivas que se abalanzan hacia mi ser. No me estarían imposibilitando la marcha si supieran lo importante que es para mi que ellas permanezcan en mi cabeza hasta que encuentro algo donde plasmarlas. Pero la gente solo le interesa la fachada y solo lanzan miradas, y aun más si estas corriendo en la mitad de una calle céntrica; por eso, con sus vistas me arrojan piedras, con sus gritos barreras, y pozos con sus golpes tontos.

Estoy llegando al edificio donde mi departamento a sido construido hace mucho tiempo. La puerta de la construcción se encuentra débilmente parada, la abro con dulzura por el bello arte que lleva consigo. Ahora mi corazón vuelve a bombear la adrenalina de llegar a tiempo a mi morada. Subo la escalera, los escalones muerden mis talones – Gracias fieras salvajez me ha ayudado a subir raudamente- Abro impetuosamente mi puerta adolescente, me abalanzo locamente hacia la fría, negra y metálica maquina de escribir, que parece haberme esperado toda su vida en esa posición, aguardando este momento. Comienza a sonar la música –tic, tac, tac, toc , tac, tic- que ayuda a que mis palabras sean tatuadas en las hojas. Mis dedos bailan cada vez más rápido co la música que ellos generan en conjunto con mi mente, encendiendo el motor de la inspiración. Ahora solo queda esperar a que se desagoten todas las ideas, y mirar las rápidas manos, que en momentos como estos parecen ajenas; marcando letra por letra, palabra por palabra, oración por oración dándole forma a texto en las amarillentas hojas. Ya perdido en mi mediocre creatividad observo mis dedos cuadrados produciendo el –tic, tac, tac, toc, tring- ¡de la infernal maquina adicta al escritor!